Potencial inherente

Toda enfermedad, malestar o dolencia,  es la forma que tiene el cuerpo de darnos la señal de alarma, de hacernos  entender que hay un desequilibrio en nuestra homeostasis global (emocional, mental, biológica y energética). No es un designio, no es una suerte, no es un suceso...es simplemente el resultado de no conocernos lo suficiente a nivel holístico.

Nos entendemos a trozos. Nos analizamos por partes. Como se puede entender algo sin tener en cuenta su globalidad? No existimos en independencia de lo que nos compone como cuerpo físico, como tampoco de lo que nos rodea y nos hace evolucionar constantemente.

Cada día existen más enfermedades que nos apremian a escuchar, a sentir nuestro cuerpo, a hacerle caso. Nos preguntamos el porqué? La mayoría se conforma con resignarse a su suerte, sin pararse  a pensar  qué hay detrás de la enfermedad, sin querer indagar en su interior.

Si partimos de la base que las emociones son el lenguaje del corazón, mientras que los pensamientos son el lenguaje de la mente, poner en contacto pensamientos y emociones para superar cualquier desequilibrio se vuelve fundamental.

Desarrollar nuestro hemisferio derecho y equilibrarlo con nuestro siempre presente y consciente hemisferio izquierdo racional, lógico y analítico, ayuda a poder también intuir, crear, imaginar, fuir y en consecuencia, generar emociones positivas que, sin duda, reestablecen nuestro yo incomprendido.

Muchas veces es más fácil traspasar la responsabilidad a algo externo que querer creer que nosotros hemos contribuido con pensamientos, emociones o acciones a un suceso determinado. De hecho, nos educan para ello desde pequeños, haciéndonos creer que no tenemos los recursos suficientes para superar cualquier desequilibrio vital y limitando nuestro potencial en unas creencias que marcan la diferencia entre vivir y sobrevivir.

Sería importante educar para el autoconocimiento y empoderamiento de los niños, para que en un futuro supieran entender la importancia de equilibrar mente y cuerpo. No se trata de nada nuevo, ya nuestros antepasados conocían la importancia del equilibrio natural que lo sostiene todo. Somos nosotros, después de muchos años, los que debemos recordar nuestro potencial inherente para seguir adelante y modificar un mundo que nos hace dependientes, débiles y insatisfechos.

Sólo cuando reconocemos nuestro potencial interno dejamos de lado el miedo. Y cuando el miedo no existe, la vida a nuestro alrededor se muestra en equilibrio perfecto con nuestro yo.





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